lunes, 14 de mayo de 2007

Día de las madres... ¡Qué peo!

Como todos los años, y ya de verdad creo que es una regla de la naturaleza, este Día de las Madres fue... ¡un peo!

He aquí una enumeración sencilla de todos los inconvenientes:

1) Existencialidad austera durante 15 días, es decir, la quincena, para ahorrar alguito para los regalos (mamá, abuela(s), madrastra, suegra, madrina, etc.)

2) Deducción de necesidades y soluciones para no cagarla tanto con la compra de los obsequios.

3) Realizar sondeos para averiguar dónde se consiguen, ni tan caras, las cosas que tienes pensado regalar.

4) Hacer tiempo para las compras (siempre terminas comprando el sábado anterior)

5) Maratón del día de compras: largas colas, casi todo agotado, sobreprecios, (infortunios previsibles: te roban, dejas las llaves, la tarjeta no pasa,... el Seniat cerró el negocio, etc.), estacionamientos abarrotados.

6) Planificación y sincronización del escondite del regalo

7) Levantarse temprano un domigo (el peor de todos).

8) Dejar el saldo en llamadas a todas las madres que conoces, simplemente para terminar diciéndoles algo que ya un gentío más fiebrúo que tú le ha dicho antes.

9) Prepararse para una serie de esperas: encontrar un restaurant, esperar conseguir mesa, esperar que te atiendan, esperar que te digan después que no hay lo que pediste, esperar que te sirvan lo que no pediste y esperar pagar e irte pa'l coño.

Y si vas a misa o al cementerio, igual tienes que esperar.

A mi juicio, mucho sentido se pierde en estos rituales, y son rituales porque año tras año los repite la gente. No hay sorpresas, es simplemente... algo mecánico.

Claro que este día no es para uno, el que regala, sino para la madre. Pero si me preguntan a mí, esta celebración pudiese ser muchísimo mejor, si los detalles se mantienen personales, sin cumplir con obligaciones ni llenar expectativas.

Cuando sea padre, sólo querré que mi familia me celebre una parrillita o una paella en la casa, con la nevera llena de cervecitas y al final una tortica. Osea, tan sencillo como una reunión en tu propia casa, usando vasos pláticos y platos de cartón por la ensuciadera.

No me tendrán que regalar, pero bueno, en caso de que crean que es necesario, no tiene que ser el mismo día, ni algo costoso. Lo que quiero es que pasen el día conmigo.

Pero eso sí, y aquí se acaba mi flexibilidad: ¡Que mi esposita me dé lo mío en la noche!

Pd: Saludos a Marisabel

2 comentarios:

Juan Miguel dijo...

Bueno chamo nunca es fácil, y con todo que comprarle un regalo a la mae de uno es más difícil que para el pae. A las mujeres las satisfacen con cualquier mariquera (cualquier mariquera que te descuadre la quincena, por supuesto)

Pablo Franco dijo...

Sí, pero igual es como una presión... es una cosa seria. Qué cagada...